Si del hombre los múltiples desvelos
se pierden en las sombras del olvido,
si su ciencia incipiente no ha podido
mitigar sus eternos desconsuelos;
si enmudecen los astros de los cielos
del humano dolor ante el gemido,
si nada ante lo arcano han conseguido
sus congojas y súplicas y duelos;
si del serio pensar tan sólo emana
la locura que lleva al cautiverio
o la incredulidad torpe y pagana,
¿cómo ilustras, mi Dios, nuestro criterio,
si la curiosidad nos lleva insana
en busca de consignas de misterio?