Yo tengo una pena

A la sánta memoria de mi esposa María Rojas de Franky.

Yo tengo una pena tan honda, tan honda,
que en cruz y martirios tiene mi vivir,
una pena enorme que exige imperiosa
que ofrende en sus aras tributo sin fin.
Yo tengo una pena que nubla mis ojos,
y amarga mis horas con fiero tesón;
asesina pena que mata mi ensueño,
pena que me hunde en mares de dolor.
Y o tengo una pena que muerde rabiosa
las sensibles fibras de mi corazón.
Yo tengo una pena que siempre me brinda
un cáliz repleto de ingrato licor.
Yo tengo una pena brutal y porfiada,
que acerca a mis labios,. en copa de hiel,
un letal veneno de sabor tan agrio,
que nadie ha probado cual yo lo probé.
Yo soy un romero que va por el mundo
sembrando simientes de paz y de amor,
y hado perverso destruye mis siembras
¡¡ planta en mis predios la desolación.
Ayer fue la muerte, la muerte impiadosa,
la que hundió en la tumba toda mi ilusión,
al llevarse aleve la mujer bendita
que al dárseme toda, su fé me rindió.

¡Oh muerte terrible! La flor que arrancaste
del rosal doliente que es mi corazón,
disfruta en los cielos de gloria esplendente,
mientras yo agonizo, presa del dolor.
Por eso, llorando me paso las horas,
buscando consuelo tan sólo en mi Dios.
Por eso esta pena que llevo en el alma
me arrastra por sendas de desolación.