El trabajo quita penas
Da esperanzas, trai consuelo
Y pueso, briega como briega
A mi trabajo mientrego.
La tierra me guele a gloria
El suor me sabe a güeno
Y si jatiga me agarra
Me descanso con un sueño.
Yo con la pala en la mano
Más que dichoso me siento
Se me olvidan las miserias
Y del dolor nian miacuerdo.
Muchas veces me provoca
Dale a la tierra mil besos
Papagale como honrao
Toito lo que debo.
Esta tierrita ques mia
Sabe dame lo que pienso
Porquella cambia por frutas
Toito lo que siembro.
La tierra paga el trabajo
Como naides sabe hacelo,
Pos le sembramos granitos
Y por cargas recogemos.
Poemas
Sembrador
Extiende luminosa la tarde sus pendones,
ocaso está de fiesta, derrocha luz el sol,
de vaporosas nubes fugaces escuadrones
enredan en los cielos los diáfanos crespones
del último arrebol.
Espléndida es la tarde de galas revestida,
magnífico el paisaje de pompa vesperal,
cantando están las aves las trovas de la vida
y va la fuente pura rimando conmovida
Su canto sin rival.
Al pié de una colina, sobre la fresca grama,
cabe el frondoso palio de cedro secular,
Jesús, el Nazareno, el de la voz que inflama,
la miel de sus doctrinas magnífico derrama
con sabio razonar.
Escuchan los discípulos la prédica divina
y sienten en sus pechos arder la devoción,
en tanto que se acerca la gente campesina
y ante el profeta joven que su atención domina
doblega el corazón.
Jamás de labio alguno brotaron enseñanzas
tan llenas de ternura, de caridad y amor;
en el Sermón del Monte las Bienaventuranzas
trocaron los martirios en vivas esperanzas
de porvenir mejor.
La Máquina
Yo no hago versos, hermano,
dejo correr las palabras,
sin quererlo, sin pensarlo,
como me lo dicta el alma.
Si lo que digo son versos
la cosa se pone rara,
porque buscando no puedo
encontrar dos consonancias.
Yo jamás he pretendido
buscar del ritmo la gracia.
Nunca me gasto artificio,
ni me someto a gramáticas.
Si por acaso las frases
suelen quedarme rimadas,
la culpa toda le cabe
a esta maldita máquina.
Sí, señor, la culpa toda
tiene que ser de la máquina,
esta máquina burlona
que aprovecha mi ignorancia.
Es seguro que esta vieja
máquina desbaratada
aprendió de algún poeta
a rimar en forma rara.
Me la vendieron, seguro,
por tener tan torpe tacha
y me pone en mil aprietos
ensartando consonancias.
Mis versos, mi buen hermano,
son trabajo de la máquina,
este mueble ya enviciado
a rimar sin son ni gracia.
Dios
Querer vivir sin Dios es un absurdo,
es de las ignorancias la más crasa,
porque es imaginar que la materia
al pensamiento puede prestar alas.
De Dios el gran poder fulge en los astros
que los cielos alumbran y engalanan,
en las nubes que pueblan los espacios
y en los cambiantes tintes de las albas.
Musitando de Dios el santo nombre
el vendaval furente se desata,
la fuente se desliza rumorosa,
atruena con furor la catarata.
En el lienzo infinito de los cielos
fulge del Dios Eterno la mirada,
cuando el rayo sacude los espacios,
hondo pavor sembrando en nuestras almas.
Encontramos a Dios en todas partes,
en la luz, en las sombras, en las auras
en la policromía de las flores
y en el verdor risueño de las plantas.
Es Dios del infinito el amo y dueño
y, de la inmensidad las lindes marca.
Dios no tiene pasado ni futuro
porque la eternidad es su morada.
El Maestro
En las bellas tardes del verano ardiente,
cuando el sol apaga sus rayos de juego,
por la callejuela que va al camposanto
he visto que pasa mi viejo maestro.
Lo agobian los años que en lucha fructífera
a formar conciencias dedicó impertérrito;
sus blancos cabellos son haz de experiencia,
su arrugada frente es nidal de ensueños.
Su trémulo paso fatigas denuncia;
su voz es apenas un vago remedo
de la voz robusta, sugestiva y grave
que gastó enseñando del deber lo excelso.
En frases dolientes musita sus quejas,
sus quejas sentidas, sin hiel ni veneno.
Las .gentes lo miran, lo tratan de loco
y en vez de cariños le ofrendan desprecios.
Jamás del maestro las iras se muestran;
nos da la enseñanza del último ejemplo.
Si acaso lo hieren, soporta el ultraje
con honda tristeza y amargo silencio.
Así envejecido, así doblegado,
de piedad henchido, de virtudes lleno,
sigue predicando las santas doctrinas
del manso y del dulce Jesús Nazareno.
Así va el maestro que ofrendó su vida
a las juventudes, con amor sincero.
Su vejez decoran las canas dolientes
que nimban su trente de paz y misterio.
Conciencia
Si la suerte contraria por su cuenta
hace de tu vivir algo funesto,
a luchar con valor muéstrate presto,
desafiando el furor de la tormenta.
Solo hacia la verdad tu afán orienta,
en lidia por lo justo y por lo honesto,
porque quien a luchar vive dispuesto
su propio bienestar labra y fomenta.
Hazte digno de toda independencia,
conquistando oportuna nombradía,
al amparo severo de la ciencia.
Adquiere por tu obrar la jerarquía
que los puros y rectos de conciencia
se ganan trabajando noche y día.
Bolívar
Un sabio providente cruzó la mar bravía,
arrebató al arcano la tierra americana
y todos sus tesoros del mundo maravilla
depositó a las plantas de la gloriosa España.
Las gentes españolas que tienen de Quijote
la locura sublime, la fe y la constancia,
trajeron a estas tierras sus lares triunfadores
y en breve dominaron del Indio la pujanza.
La Patria de Cervantes nos dió armoniosa lengua
y modeló a su imagen de nuestro pueblo el alma;
nos dió su valentía, sus usos y sus ciencias,
con todas las virtudes de las latinas razas.
Por eso, cuando un día el yugo fue oprobioso
y libertad ya quiso la grey americana,
de rebelión el grito lanzaron orgullosos
los nietos más ilustres de la nobleza hispana.
El Precursor Nariño, varón de estirpe egregia,
Los Derechos del Hombre con gran valor proclama,
y entonan de los libres la santa Marsellesa
mil sabios como Torres, como Acevedo y Caldas.
Los hombres más ilustres, los ricos, los letrados,
por ser libres la vida gozosos ofrendaban.
De fieros luchadores pobláronse los campos,
al mágico conjuro de la naciente Patria.
A Don Quijote
I
Andante caballero de alma pura,
ilust.re soñador inigualado,
requiere tu lanzón, jamás mellado,
y toma presuroso tu armadura.
Malsines y follones en conjura
.contra todo lo noble se han alzado
y tienen al honor crucificado
.en el rudo peñón de la impostura.
Las gentes de prestancia y de valía
necesitan tu amparo justiciero,
¡oh maestro y señor de la hidalguía!
Despoja de palurdos el sendero
y fustiga la sucia villanía
del yangüés, del menguado y del pechero.
II
Los que aman, noble loco, tu locura,
acarician la plácida esperanza
de verte resurgir en lontananza,
sembrando a los perversos de pavura.
Nos humilla la negra desventura
de palpar que, tu zafio Sancho Panza,
en los predios sociales siempre alcanza
lo negado a tu genio y tu cultura.
Se adueñaron del mundo los malsines,
que ultrajan, sin pudor, a Dulcinea
y son de todo oprobio paladines.
Retorna, caballero de la idea,
retorna que, entre estultos y entre ruines,
prosiguen los humanos su odisea.
Para ti
Para tí, para tí, mujer divina
que mi oscuro vivir plácida alientas,
estas flores recojo conmovido
del jardín ideal de mis tristezas.
El destino, cobarde y traicionero,
estrujando mi débil existencia,
de mis dulces y bellas ilusiones
miserables escombros sólo deja.
Mi naufragio total está cercano,
en mares insondables, sin riberas.
La nave que portaba mis ensueños
ha perdido la brújula y las velas.
Del azar al capricho voy cruzando
este mar borrascoso de mis penas
y las sombras tenaces me circuyen,
mientras ruge terrible la tormenta.
Todos los horizontes se cerraron
en torno de mi vida que antes era
de místicos ensueños un enjambre.
y un nidal prodigioso de quimeras.
Y voy por los senderos de la vida
en una soledad que desconcierta:
nadie me tiende brazos compasivos,
nadie escucha doliente mis querellas.
Pero en tanto sufrir tengo un consuelo
mitigando el rigor de mis tristezas,
porque pienso, mujer, que tú me quieres
y que sabes dolerte de mi pena.
¿Cómo?
Si del hombre los múltiples desvelos
se pierden en las sombras del olvido,
si su ciencia incipiente no ha podido
mitigar sus eternos desconsuelos;
si enmudecen los astros de los cielos
del humano dolor ante el gemido,
si nada ante lo arcano han conseguido
sus congojas y súplicas y duelos;
si del serio pensar tan sólo emana
la locura que lleva al cautiverio
o la incredulidad torpe y pagana,
¿cómo ilustras, mi Dios, nuestro criterio,
si la curiosidad nos lleva insana
en busca de consignas de misterio?